Hay una diferencia abismal entre desear y necesitar.
Y yo estaba cayendo justo en medio.
Kael no era el tipo de hombre al que una mujer podía amar sin perder algo en el proceso. Amor por él significaba entrega. Significaba exponer mi alma sin garantía de que él haría lo mismo. Y sin embargo, ahí estaba yo, sentada en su sala, con las piernas cruzadas, el ceño fruncido y el corazón latiendo como si corriera una maratón, solo porque él me había dicho: “Si no decides pronto, vas a perderlo todo, Aurora.”
¿Perder qué exactamente? ¿Mi cordura? ¿Mi independencia? ¿A él?
Porque, si era lo último… ya lo estaba sintiendo.
—Estás muy callada. —Su voz me llegó baja, profunda, envolvente como siempre. Estaba en el marco de la puerta, observándome como si pudiera leer lo que pasaba por mi mente. Lo peor era que probablemente podía.
Levanté la vista solo un segundo, lo suficiente para que viera que no me iba a quebrar. Al menos no hoy.
—Estoy pensando.
—¿En qué?
—En cuántas veces más vas a jugar co