Maximilian Spencer,es un hombre despiadado,
acostumbrado a que todo a su alrededor se haga de la forma correcta,sin excusas y sin errores. Odia a las mujerzuelas y Puede oler a las cazafortunas a kilómetros,pero para Francesca tiene una odio en especial,ella es la ramera que logró distanciarlo de su único hijo y heredero,logró lo que ninguna otra mujer había conseguido,volverlo loco. —¿Qué diablos crees que estás haciendo?. El hombre mayor tenía un gesto rígido en el rostro y el ceño muy fruncido. Ni siquiera lograba tolerar a esa mujer y ahora tenía que tolerar su presencia por toda la casa. Pero ella hizo algo que lo sorprendió repentinamente. Le sonrió con calidez y hasta pareció abochornada. —Buenos días,hoy he preparado el desayuno de la familia. Emma iba a continuar hablando cuando de pronto sintió un escozor en el brazo,Ian la sujetó con fuerza y la jaló hasta su pecho. El anciano,sorprendido por la actitud de su hijo,se quedó quieto sin intervenir ante aquella situación que le pareció tan sorpresiva,no hubiera imaginado a su hijo tratando de esa forma a la mujer que decía amar con locura. —Acompáñame. Fue la única orden que Ian le dio a Emma,mientras siguió apretando su brazo y jalando escaleras arriba. Ella no lograba entender la situación. —Por favor,me estás lastimando. Apenas terminó las palabras,de pronto su rostro ardió,Justo en la mejilla. Fue un escozor que no había sentido jamás en la vida. —¿Quién te crees para desobedecer mis órdenes?. El magnate estaba furioso y lleno de frustración. La chica solo lo observaba con temor,sobando su rostro y con lágrimas que empezaban a rodar por sus mejillas. ¿qué había hecho tan mal para que él estuviera de esa forma?. —Yo,yo solo quise preparar el desayuno… Apenas se entendían sus palabras en medio de las lágrimas y el sollozo. Pero él no se compadeció,por el contrario. Nuevamente le lanzó una mirada furiosa. —Que te quede bien clara una cosa,lo qué pasó anoche fue un error,bórralo de tu memoria y no trates de hacer funciones que no te corresponden como jugar a la comidita y a la buena esposa. Estás aquí suplantando temporalmente a mi mujer,pero tú no lo eres. Mi mujer no se mezcla con la servidumbre,y mucho menos se pone a su altura,ella es una dama,no trates de ocupar su lugar ¿Me entendiste?. Emma asintió levemente con la cabeza,pero sin dejar de llorar y sintiendo un nuevo dolor que tampoco había conocido,el dolor de un corazón roto. Ese hombre la había engañado,se había aprovechado de la situación solamente. —No te quiero rondando por toda la casa,estarás en tu habitación hasta que yo lo diga y no hablaras con nadie,Leonor se encargará de ti y de todo lo que necesites,pero no te quiero compartiendo con nadie. Para Emma aquello fue la gota que derramó un vaso que apenas empezaba a llenarse y llegó a su capacidad en cuestión de minutos. ¿Por qué la odiaba tanto?. También Podía notar que amaba a esa mujer con locura,pero se desquitaba con ella por lo que su mujer había hecho,y las comparaba, que eso era mucho peor y al parecer ella siempre saldría perdiendo. Serían los seis meses más largos de toda su vida,porque podía notar que también su supuesto suegro la odiaba,y hasta la servidumbre era distante con ella. ¿Acaso nadie podía brindarle un poco de empatía en esa casa?. (…) La lujosa oficina estaba decorada elegantemente con madera de la mejor calidad,que por supuesto,Francesca había elegido. Todo a su alrededor le recordaba a ella,a la mujer de la que estaba enamorado y de la que no podía creer que hubiese huido,tenía que ser una maldita mentira. Y quizá el dolor de haberla perdido lo había llevado a cometer una de las mayores locuras que jamás imaginó que pudiera haber hecho. —Señor,Alessandro Bianchi ha llegado. Su asistente lo anunció de pronto,e Ian no se sentía preparado para recibir a su mayor enemigo en sus terrenos,pero también era un hombre de negocios,dispuesto a negociar la libertad de su mujer,y tener a Bianchi en su oficina le suponía una ventaja. —Hazlo pasar. Se dejó caer en un elegante sofá negro,y desabotonado su saco. Alessandro entró en la oficina,luciendo las secuelas de un hombre que había sido perseguido y baleado. Ambos se miraron con rencor,pero ninguno hizo un movimiento para atacar al otro,eso no era de caballeros,los ataques los dejarían de lado hasta terminar de hablar,sin embargo fue Ian Spencer quien habló primero. Era demasiada su necesidad de saber dónde estaba su mujer. —¿Qué es lo que quieres para devolverme a Francesca?. Fue lo primero que Ian dijo,sorprendido a Alessandro nuevamente. Camino a su oficina,su mano derecha,Aristide,le había confirmado el matrimonio de su enemigo. Por eso Alessandro había tenido la seguridad de acudir a ese encuentro. —No tengo a tu mujer. El mafioso lucia contrariado,sin embargo le sostuvo la mirada a Spencer. Ian se levantó rápidamente de su sitio,tomando un cenicero de su escritorio y arrojándolo hasta un espejo directamente ,haciendo que este se rompiera de inmediato. Alessandro no se intimidó con aquella rabieta,y mucho menos con la histeria de su enemigo. La situación no era para nada clara,se supone que se había casado la noche anterior,con la modelo. Alessandro había logrado un poco de tranquilidad al haber sido informado de la boda,creyó que Francesca había recapacitado y abandonó a su hermano. Creyó que Micah por fin estaba a salvo,pero todo aquello sonaba como una locura. —¿A qué viniste entonces?. Las palabras se le ahogaban en la garganta,no lograba contenerse ni un instante más. Se giró y ambos hombres quedaron muy cerca viéndose frente a frente. —Mandaste a tus hombres a matarme sin siquiera estar seguro de que yo tuviera a tú… prometida,me dispararon,cruzaste una línea que jamás habíamos roto por una mujer que ni siquiera tengo. El italiano no bajó la mirada,pero Ian tampoco. Él estaba seguro de que su enemigo la tenía,ahora no lograba obtener una pista de su mujer y eso lo estaba volviendo loco. —Eres el único que tiene el valor de estar aquí,y el único que lo tendría para llevarse a mi mujer,nadie más se habría atrevido a llevársela o a hacerle algo. Alessandro quería decirle que eso no era necesario,que su mujercita era demasiado ligera de piernas para haberse largado de esa forma,pero se mordió la lengua al notar que Spencer no sospechaba de su hermano por lo menos. —Quizá ya haya alguien más valiente dispuesto a cruzar esa línea,pero no soy yo. No gano nada secuestrando a tu mujer,al contrario. Abrir fuego sobre un campo minado. Olvídalo Spencer,no he sido yo. Alessandro quiso ganar tiempo para su hermano,y lograr convencerlo de que dejara a esa mujer. —Si no fuiste tú no sé quién más podría atreverse. Pero Alessandro hizo una pregunta que le estaba molestando desde que llegó. —¿Con quien te casaste anoche entonces?. Ian abrió la boca,su maldita desesperación lo había llevado a una situación vergonzosa,no deseaba que su mayor enemigo supiera su situación,pero de algo estaba seguro,por el contrario de lo que otros creyeran,Ian sabía que lo que dijera en esa reunión no saldría de la boca de su enemigo,porque Alessandro Bianchi era conocido por tener palabra. —Esto que diré,no debe salir de esta oficina. ¿Correcto?. Alessandro asintió no estando muy seguro de lo que Ian Spencer le diría.