El sobre crujió entre sus dedos mientras lo sostenía con la misma delicadeza con la que sujetaría una serpiente viva. Ian Spencer no necesitaba se un experto para saber que esa nota no la había escrito Emma. Podía notar la falsedad en el trazo, en las palabras elegidas. Emma nunca se despediría con una frase tan pulida, tan ajena. Ni siquiera usaba puntos al final de los mensajes cuando estaba enojada. Y esta carta era completamente distinta a ella. No se habían escrito cartas, pero con Francesca si y eso traía su sello personal.

Demasiado frío

Demasiado… Francesca.

Salió del restaurante sin decir nada más, con los nudillos blancos de tanto apretar los dientes. El viento nocturno le golpeó la cara como si quisiera despertarlo, pero él ya estaba bien despierto. Y furioso. Esa furia contenida que hervía en su estómago desde hacía días, desde que la había visto por última vez con el uniforme de camarera, fingiendo que todo estaba bien mientras lo ignoraba con un talento digno d