No estaba siguiéndola. No exactamente. Ian lo había repetido tantas veces en su cabeza que casi empezaba a creérselo. No era persecución. No era obsesión. Solo era… lógica. Había invertido recursos, tiempo, orgullo, un montón de cosas más . Mierda, incluso había arriesgado su posición por ella. Lo mínimo que podía hacer era asegurarse de que no se estuviera desmoronando por dentro, seguramente no había sido fácil para ella dejar un buen sitio como su mansión para volver a su vida normal.
No tenía nada que ver con emociones. Él no era ese tipo de hombre.
La veía entrar al restaurante cada tarde. Cabello corto, mirada esquiva, una elegancia contenida que parecía recién adquirida. No se acercaba. No decía nada. No quería provocar una escena. Y ella, astuta como siempre, fingía no verlo. Aunque Ian sabía que lo sentía. No había forma de ignorar su presencia. Él no pasaba desapercibido. Ni queriéndolo.
Al principio, Emma solo evitaba cruzarse con su mirada. Luego, directamente desapa