Capitulo 15. Herido
Al día siguiente, Cássio le ganó el sol. No soportaba la idea de tener que ver a Olivia cuando la casa despertara. Él mismo ensilló su caballo y cabalgó durante largas horas. Sus tierras eran tan vastas que alejarse no fue impedimento para él. Necesitaba pensar, necesitaba… recordar porque Olivia estaba en su vida. Y sobre todo, necesitaba que todos los involucrados pagaran un precio muy caro.
Durante días, esa rutina se volvió un hábito. Amanecía y ya estaba en el campo, y solo regresaba cuando el sol se apagaba detrás de los cerros. Evitaba a Olivia a toda costa, pero no a la tentación de observarla de lejos.
Cuando ella estaba en el patio con Dominga, cuando se inclinaba sobre las flores del jardín o caminaba hacia los establos con un canasto entre los brazos, él la miraba en secreto. Y cuando Olivia, como si sintiera esa presencia invisible, alzaba los ojos en busca de los suyos, Cassio se escondía en la sombra de un árbol, detrás de un muro, fingiendo indiferencia.
Era un juego cr