La oscuridad la cubría. Aria corría entre los árboles, el aire frío le arañaba las mejillas y un profundo rugido resonaba detrás de ella. El bosque parecía vivo y hostil, como si cada sombra la estuviera mirando con avidez. No sabía cómo había llegado allí. El suelo húmedo se adhirió a sus pies descalzos, y el ruido de ramas rompiéndose indicaba que eso
Fuera lo que fuese se acercaba cada vez más.
-Aria... -Una voz profunda, aterciopelada y grave susurró-. Hija de los reyes del norte... por fin te encuentro.
Aria se detuvo de golpe, se dio la vuelta y observó cómo la neblina se despejaba para mostrar una figura alta envuelta en sombras. Sus ojos resplandecían como brasas ardiendo. El aire circundante se tornó espeso y cargado de una fuerza oscura que la dejó inmóvil.
El corazón de la chica empezó a latir con intensidad. Miró a su alrededor, pero no encontró a nadie. No obstante, el aire se tornó más denso y una figura apareció entre las sombras: alta, con una capa negra. Su cara es