El cielo comenzaba a teñirse de gris cuando regresé a mi tienda, tardé en cruzar el umbral cuando la lluvia cayó. Era como si el cielo mismo llorara mi pena, como si comprendiera el miedo y el dolor que había en mi corazón.
Pensaba en Eirik, en lo mucho que lo amaba, en lo mucho que deseaba estar en sus brazos en ese instante, junto a él me sentía seguro, protegida y amada.
A su lado olvidaría el sabor amargo de la duda, perdiéndome en sus besos mi angustia perdería su color.
Junto a Eirik mi vida era felicidad.
Algo muy diferente a como me sentía en mi manada, a la sombra de mi padre, entre lobos me sentía atrapada, sin derecho a pensar en algo diferente. Odiaba la idea de que sobre mí pesara el deber y el legado de un Alfa.
Yo sabía que podía liderar a mi manada, tenía la fuerza y coraje, pero no el corazón. Mi corazón se parecía al de mi madre, siempre deseoso de libertad, de nuevas aven