El sol apenas comenzaba a asomarse cuando llegué a la primera propiedad que había pertenecido a Dante. Un antiguo almacén a las afueras de la ciudad, olvidado por todos, salvo por aquellos que aún querían mantener secretos ocultos bajo capas de polvo y ruinas. El aire olía a humedad y a madera vieja, como si cada rincón guardara ecos de conspiraciones que nadie se atrevía a desenterrar.
Pisar ese lugar me hizo sentir una mezcla de aprensión y determinación. Sabía que buscar la verdad no sería fácil, pero también comprendía que estaba en un camino sin retorno. Nada podía quedarme a oscuras ahora, ni siquiera si eso significaba enfrentar traiciones profundas.
Avancé entre cajas y muebles desvencijados, mis dedos rozando superficies olvidadas, hasta que en una esquina escondida, casi invisible, encontré un compartimento sellado. Lo abrí con cuidado y allí estaba: un archivo con documentos, transacciones financieras, nombres y fechas que nunca antes había visto.
Mi corazón empezó a latir