Punto de vista de Max

Cerré la puerta de la habitación con un suspiro profundo y dirigí mi mirada a la botella de whisky en la mesita. Sin meditarlo, me serví un vaso grande y lo bebí de un trago, pero el ardor en la garganta no logró deshacer el nudo en mi estómago, aun así, me serví otro.

Me senté en la cama envuelto en el silencio que había reemplazado los gritos de abajo. La voz herida de Eva persistía en mi mente, afectándome más de lo que deseaba reconocer, así que cerré los ojos con fuerza, aferrándome al vaso como mi ancla para no desmoronarme.

Las palabras de Eva resonaban en mi mente: “¿De verdad no te importa nada?” Su rostro descompuesto, ojos vidriosos y cuerpo tembloroso despertaron algo extraño en mí, pero enseguida recordé la verdad de nuestra situación.

Jamás deseé ese matrimonio, ni sentí el menor afecto por ella.

Apreté el vaso con más fuerza, obligándome a concentrarme en la verdad: ese matrimonio era simplemente un negocio arreglado, una estrategia de mi abuelo par