—Basta —me interrumpió, sonando tenso. —Eso ya es pasado, Sara.
—Pero es la verdad —repliqué, sintiendo mi corazón galopar al ver que cedía ante mí—. Estabas ahí, a punto de morir, y ella te abandonó. Yo fui quien te salvó, Max. Arriesgué todo por ti, ¿y así es como me pagas?
Su interior libraba una batalla evidente, aunque odiaba que le recordaran esa noche, yo sabía que era lo único que podría quebrar su resistencia.
—Eva te dejó morir —musité, dejando que mis palabras resonaran en el silencio—. No le importó, se alejó cuando más la necesitabas, mientras que yo me quedé. Arriesgué mi vida para salvarte. ¿Acaso eso no significa nada para ti?
Max me miró con ojos oscurecidos, luego se levantó de su silla y se acercó a mí. Por un segundo, pensé que iba a apartarme, a decir que estaba equivocada en todo, pero en lugar de eso, dudó.
—No sabes de lo que estás hablando. —no sonaba tan seguro como antes.
—Claro que lo sé —susurré, extendiendo la mano para tocar su brazo. —Yo siempre he sabid