Punto de vista de Eva
Escuché el sonido de la puerta principal y mi estómago se contrajo. Max había llegado a casa. Mierda, había estado temiendo ese momento durante todo el día.
Max entró con naturalidad, como si no acabara de exhibir a Sara ante todo el mundo, como si yo no fuera el hazmerreír de todos.
—Max. —dije con voz temblorosa.
Se detuvo y me miró con rostro inexpresivo y frío. —Eva. —pronunció con manifiesto desinterés.
Aquello fue suficiente para hacerme perder el control por completo y me abalancé hacia él, temblando por completo. —¿Cómo pudiste hacerme eso? —grité—. ¿En serio la trajiste a nuestra casa? ¿Te das cuenta de lo que me hiciste? ¿De lo que nos hiciste?
Arqueó una ceja con desdén. —¿De qué estás hablando?
Una risa amarga escapó de mi garganta, aunque fue más parecida al gruñido de un animal herido. —No te hagas el tonto, Max. Saliste con Sara en público y todos los vieron juntos. Ahora estoy en todas las noticias. “Pobre Eva, la esposa abandonada”. ¡Todos se está