Punto de vista de Sara
Reproducía incesantemente el video donde Max defendía a Eva, esperando en vano que la escena cambiara ante mis ojos. Al ver a Max defendiendo a Eva frente a la prensa, sentía esa furia que nubla el pensamiento, similar a la indignación que despiertan ciertas imágenes televisivas.
Sentada en mi sofá, apretaba el control remoto con tanta fuerza que mis nudillos se veían blancos y cada vez que escuchaba a Max decir: “La amo, Eva es mi esposa y no toleraré que nadie le falte el respeto”, sentía como si me clavaran un puñal en el corazón.
Su voz y mirada rebosaban convicción al hablar, pero me negaba a aceptar esa verdad, era imposible. Max me amaba a mí desde siempre. Nuestra historia compartida y conexión especial eran innegables. ¿Cómo podía Eva, justamente ella, interponerse entre nosotros?
Ya no pude contenerme por más tiempo, me incorporé de un salto y lancé el control contra la pared hasta romperlo, pero mi ira, lejos de apaciguarse, me llevó a destrozar cuanto