Emma estaba muy sensible, sus bellos ojos se llenaron de lágrimas, ella era una mujer de carácter pero no estaba en condiciones de enfrentarse a esa malintencionada mujer.
— Cállate, ¿Cómo te atreves a ofender a mi esposa embarazada? Mi esposa es la mujer más bella del mundo, y lleva en su vientre a mis bebés, a mis tesoros
— Rafael, vámonos a casa, no debimos venir aquí. — Con mucho, mucho trabajo, Emma se removió para tratar de salir del sillón. No sé sentía cómoda en el lugar.
— Por supuesto que no, la que se va a ir es esta mujer, Alana, agradece que eres mujer o te habría dado la paliza de tu vida, pero no me provoques porque no soy tan benevolente.
— ¿Vas a molestarte porque digo la verdad? Tu esposa es fea, está desaliñada, no te va en lo absoluto, querido.
— ¿Y tú si? ¿Tú si le vas a Rafael? Mujer si no eres capaz de sentir empatía y tener respeto por una mujer embarazada que está a pocos días de dar a luz, habla de la basura de persona que eres.
Emma ya había logr