Una zorra en el restaurante.
De la nada la puerta de la habitación privada se abrió, Rafael Mendoza y su muy embarazada esposa entraron, ellos fueron a conocer a las gemelas.
— Buenas tardes a todos, ¿Cómo está todo? Veo que ya tienen aquí a las nenas, Emma y yo queremos conocerlas.
— Si, mira, ya nacieron y son hermosas, Emma, siéntate para que puedas cargar a Angélica, así se llama la nena que cargo yo. — Pidió Dimitrir.
Aunque por unos momentos todos se quedaron un poco impresionados de que Emma estuviera ahí, ya que su barriga era bastante grande, no iban a hacerla sentir mal.
— ¡Si, Rafael, por favor ayudame a sentarme, muero por cargar a las niñas!
— Querida, eres tan obstinada, tu tienes recetado reposo absoluto, me preocupa que con esta salida algo se complique, a los bebés todavía les falta tiempo para madurar los pulmones.
Estoy perfectamente bien, Rafael, no me va a pasar nada con venir al hospital a conocer a mis sobrinas.
Cuando Dimitrir le puso a Angélica en los brazos a Emma, ella