Muero por hacerte el amor cada noche.
Por la tarde de ese día dieron de alta a Emma, sus hermanos llevaban cada uno a una bebé, y el CEO Elías llevaba a la otra niña porque Rafael llevaba cuidando a su esposa, ella apenas podía caminar, y lo hacía muy despacio.
— Cariño, no te apresures, se nota que te duele, mejor debería cargarte.
— No, no, no, Rafael, no puedes moverme tanto, ahorita soy como una esfera de cristal, no tolero nada. Creo que ese medicamento no me está haciendo nada.
— Según el médico es muy efectivo el analgésico que te dió.
— ¡Pues no me está haciendo el suficiente efecto! — La bella pelirroja hacía un puchero doloroso.
Emma sufrió un poco al subir al coche, Rafael intentaba conducir despacio para no causarle molestias a su mujer, pero de vez en cuando escuchaba que se quejaba un poco.
El chef de la familia Mendoza ya esperaba a la señora de la casa con una sopa de verduras con pollo.
— Rafael, yo puedo comer sola, no necesito que me alimentes. Mejor ve a por los niños a la mansión Dar