Los gemelos Mendoza esperan niños.
El hombre ruso salió de la habitación conyugal porque las cosas estaban subiendo de tono, su deseo por su mujer nunca se iba de su cuerpo, pero no lo anteponía a la importante salud de su esposa.
Además concentraba toda su energía en sus hijos, ellos se encargaban de agotarlo, cuando llegaba a la cama ya estaba muerto de cansancio.
Los niños vieron bajar al entrajado ruso, Dimitrir como siempre lucía impecablemente vestido, sofisticado y elegante.
— Papá, ¿Ya estás listo? Los gemelos y yo ya nos lavamos los dientes y las manos, estamos listos para salir.
— Vamos, hace días que tengo antojo de un helado también.
Los tres diablillos rieron y se apresuraron a salir de la casa. Subirían al costoso coche del CEO.
Más al salir, un Maserati de edición limitada llegaba. Emiliano y Rafael conocían a la perfección el auto de su padre.
El elegante CEO de ojos verdes esmeralda bajó y vió la escena.
— ¿Están por salir a algún lado?
— Rafael, por fin apareces, pensé que dejaría