La gala avanzaba en un torbellino de luces, música y conversaciones sofisticadas. Leah se encontraba a medio paso detrás de Kevin, quien la guiaba por el salón con una mano firme y protectora en la espalda baja. Desde que se habían encontrado con Sebastian Clarke, Kevin estaba más rígido de lo normal, más silencioso… más pendiente de cada mirada que otros hombres depositaban sobre Leah.
Pero la noche apenas comenzaba a desplegar sus conflictos.
Mientras se acercaban a una de las mesas principales, un murmullo repentino recorrió el salón, como un viento inesperado que agitó a todos los presentes. Kevin se detuvo sin aparentarlo, pero Leah notó cómo su respiración cambió, cómo sus hombros tensaron una línea recta, peligrosa.
—¿Qué ocurre? —preguntó Leah en voz baja.
Kevin no respondió. Su mirada estaba fija hacia un punto a unos metros. Leah siguió la dirección… y entonces lo vio.
Henry Morgan.
Alto, vestido con un impecable traje azul medianoche, de presencia magnética y una sonr