El hombre se mantuvo en silencio, pero Verónica vuelve a hablar.
—Solo una cosa más —susurró, con una dulzura estudiada—. Gracias por venir. Porque aunque no me lo digas yo se que soy importante para ti Kevin, y no solo por ser la hermana de Dulce, lo puedo sentir y entiendo que eres una persona muy recta razón por la cual no vas a dar ningún paso, pero como te dije, no importa, yo...
Kevin apartó la mirada.
—Te equivocas —murmuró, pero no retiró su mano de inmediato.
El silencio se extendió, interrumpido únicamente por el sonido de los relojes de la mansión marcando las nueve.
Entonces, el teléfono de Kevin suena en su bolsillo.
Él lo saca, agradecido por la interrupción.
—Habla Kevin Hill, buenas noches —dijo al contestar, poniéndose de pie.
Verónica fingió volver a su copa de vino, pero su oído agudo captó algunas palabras.
—Sí, comuníqueme con la Vicepresidenta Hill mañana, hoy es imposible que obtenga una contestación — fue la respuesta dada por el hombre, pero entonces