Vladislav
La noche se extendía como un manto de tinta sobre la mansión. Desde mi ventana, observaba la luna creciente, irónico recordatorio de su nombre. Tres días habían pasado desde que Luna desafió mi autoridad frente a todo el clan, tres días en los que había evitado su presencia como si fuera luz solar directa.
La rabia bullía en mi interior como lava antigua. Cinco siglos de existencia y nunca había sentido esta impotencia, esta mezcla de furia y terror que me consumía desde adentro. ¿Cómo se atrevía a arriesgar su vida de esa manera? ¿Cómo podía ser tan inconsciente?
Golpeé el marco de la ventana, astillando la madera centenaria bajo mis dedos. Los fragmentos se clavaron en mi piel, pero el dolor físico era insignificante comparado con la tormenta que rugía en mi interior.
—Señor —la voz de Nikolai interrumpió mis pensamientos—. El Consejo solicita su presencia para discutir las nuevas medidas de seguridad.
—Diles que iré en un momento.
Cuando quedé solo nuevamente, cerré los o