Luna
La noche se cernía sobre la mansión como un manto de terciopelo negro. Desde mi ventana, observaba las sombras danzar entre los árboles del jardín, mientras la luna, mi homónima, brillaba con una intensidad casi sobrenatural. Mis dedos tamborileaban sobre el alféizar de mármol, el único sonido en la habitación además de mi respiración contenida.
Sabía que vendría. Lo había citado en la antigua biblioteca del ala este, un lugar que rara vez frecuentaban los demás miembros del clan. Un espacio neutral, si es que tal cosa existía entre nosotros.
Me alejé de la ventana y me dirigí hacia el lugar acordado. Cada paso resonaba en los pasillos vacíos, como si el propio edificio contuviera la respiración ante lo que estaba por suceder. Mi vestido negro se deslizaba sobre el suelo de mármol, un susurro de seda que acompañaba mi determinación.
Al entrar en la biblioteca, el aroma a libros antiguos y madera pulida me recibió como un viejo amigo. Las estanterías se elevaban hasta el techo, te