Ámbar
Puede que muchas veces en la vida quiera ahorcar a mi mejor amiga por su obsesión de que coja con alguien, pero en momentos como este, cuando me ayuda porque sabe que realmente estoy jodida, la amo. No me pregunta nada más. Simplemente va por nuestros pequeños y se los lleva, prometiéndoles que se la van a pasar increíble en la casa. Mis hijos me miran con ilusión, como si fuera a tener una cita con su padre. No se los corrijo porque no quiero que nada ni nadie impida mi visita a J.R. Oviedo.
No sé qué demonios estoy haciendo, pero eso es justo lo que necesito hacer esta noche: actuar como si David no me importara y no me hubiera roto el corazón.
Todavía hay personas que quieren acercarse mientras me dirijo hacia la salida del salón, pero por suerte, Martín me encuentra entre la multitud y me toma del brazo, dejando claro que me está acompañando. Aunque parezca un hombre dulce y servicial, noto que impone respeto y es apreciado por la gente que nos rodea.
—¿Se encuentra bien,