Ámbar
De manera delicada, me aparto del abrazo de Joshua, quien de un momento a otro se ha puesto eufórico por la conversación que estamos teniendo. Los años que no lo he visto sí que han surtido efecto en él. Ya no es el chico desgarbado con un rostro angelical, sino que ahora es un hombre con músculos bien trabajados y una espesa barba que lo hace lucir atractivo.
—Lo lamento —se disculpa entre risas—. Es que estoy muy feliz de verte de nuevo. Hace mucho tiempo que esperaba este momento.
Mi sonrisa se hace más amplia, aunque en el fondo de mi pecho siento cierta incomodidad. Sé que no debería estar tan cerca de él con otras personas alrededor, pero tampoco me siento capaz de hacerle una grosería. Es Joshua, la primera persona, además de mi padre, que me impulsó a luchar por lo que quiero.
—Yo también estoy contenta de verte, no esperaba que estuvieras aquí —le respondo—. ¿Tienes algún negocio con mis suegros?
—Creo que es mejor que hablemos a fondo de eso después —sonríe—. Sí, básic