Ámbar
Después de esa noche, me tomó algunos días calmarme y recuperarme de la incredulidad. Sin embargo, llegué a la conclusión de que no podía dejarme vencer. Por eso, he seguido trabajando con mucha dedicación en el nuevo trabajo que me asignaron, en el que no se me ha exigido tanto como con aquellas tiaras que no pude terminar. Todavía me siento frustrada porque no logré completarlas, y ha sido un golpe del que mi orgullo se recupera poco a poco. Pero no tengo tiempo que perder; debo ahorrar ese dinero lo antes posible, mucho más ahora que David viene con más frecuencia y me recuerda lo poco lista que soy. A veces sospecho que lo sabe y solo quiere destruir mi confianza para que desista, pero tampoco tiene sentido que lo sepa y no haya intentado revisar mi computadora o quitármela. Además, ahora reviso mis estados de cuenta diariamente y mi dinero sigue intacto, incluso aumentando.
No, él no lo sabe. Lo sabrá cuando se lo diga o cuando inevitablemente me descubra.
—No, no, ¿por qué