Ámbar
Los días pasan sin misericordia alguna y me descubro preguntándome muchas veces cómo hago para sobrevivir a todo esto. Entre las exigencias e insatisfacciones de Lucía y el cliente, los eventos a los que he tenido que acompañar a David y el mismo David tomándome diariamente y dejándome poco tiempo para mi trabajo, estoy que deliro de cansancio. Lo único que me anima es que, mientras trabajo, leo las respuestas que Joshua hace a los correos que le envío por las mañanas, cuando David se marcha a trabajar a su despacho o a su oficina. Los mensajes no son de índole romántica, pero cada vez que tengo un encuentro con David, me invade la culpa por esta deslealtad.
Luego recuerdo que David se acuesta con otras y esa culpa desaparece, por supuesto. Es por esa razón por la que le sigo escribiendo a Joshua y busco ese consuelo que me hace falta en medio de mi soledad.
R.A. López:
Lo siento, pero es que no lo entiendo. Me pediste que la piedra principal fuera llamativa, pero ahora dices que