Ámbar
Al despertar con todas las articulaciones hechas polvo, me doy cuenta de que David no está en la cama. Antes de asumir que realmente no está, lo busco por todas partes y hasta le pregunto a Ana. Ella me informa que David ya se fue al trabajo y me insiste en que desayune algo.
—Por ahora no, necesito revisar algo.
—De acuerdo, pero no se tarde. Tiene que comer algo porque puede tener otra baja de azúcar.
—Descuida, anoche cené bien y dudo que me suceda. Además, solo tardaré unos minutos.
—Está bien —acepta con resignación.
Corro a mi habitación y abro la laptop con ansias. Anoche, con todo lo que David me hizo en la cama, no pude recordar las ganas que tenía de saber qué me había escrito Joshua, aunque fuera malo.
—Tengo que verlo para poder seguir con mi vida, supongo —susurro antes de abrir el correo y cerrar los ojos.
Después de unos segundos, me decido a leerlo por fin. Lo que dice me deja con una sonrisa de oreja a oreja. Joshua está avergonzado por su comportamiento y se dis