La noticia de la llegada de los dragones, sería un gran alivio para el condado, pero eso no eliminaría la gran amenaza que se cernía sobre el lugar, los rumores sobre la bestia y sus ataques eran llevados día y noche en el lugar, y los ciudadanos no hablaban más que eso, la bestia es el castigo de Dios, la bestia decía algunas es el azote del demonio, la divinidad suprema nada tiene que ver con tales demonios.

Jean-Paul se detuvo en la plaza, las gentes iban y venían, una que otra carroza pasaba por las calles empedradas, todo aquel evento comenzar a producir a jean-Paul un odio no solo del lugar, sino de las mismas personas, como era posible que creyesen que un lobo feroz, ¿era un enviado de Dios? A jean-Paul, algo de ese sermón no le termina de convencer, le aprecia que el administrador de la diócesis había usado la divinidad para encubrir algún secreto, más oscuro.

El informante de la Gazette, se quedó un momento oyendo las conversaciones que dos hombres bien vestidos tenían en las