—los veo muy cargados, —irrumpió la dulce doncella, pero díganme, ¿hacia dónde van? —Siguió la dulce joven, en tono melódico, —vamos para Arizano, —respondió uno de los niños, venimos juntos, mis padres, Luis de Valdora, el gran cosechador, como le dicen en villa Valdora, nos envía a dejar los productos, al mercader más importante de Arizano. La dulce doncella no les respondió nada.

—vaya eso me gusta mucho, —dijo ella, sabes yo también me dirijo a Arizano, ¿deseas que los acompañe hasta el poblado de Arizano?, los niños la miraron, y juntos se sonrieron, —sí, acompáñenos dulce dama, —respondió la niña, en tono suave, nos hemos sentido muy atemorizados por las leyendas que hemos oído en villa Valdora, siguió la niña, pero nada nos encantaría más que nos acompañe.

La bella joven se acercó a uno de los niños, con una dulce gracia, —esa cesta es muy pesada, ¿deseas que te ayude? —dijo la bella joven, —sí, es Ud. muy amable, ya ve que somos niños muy pequeños, y nuestros brazos, no son co