CAPÍTULO 55 AMOR Y REDENCIÓN
Zahar…
El salón entero estalló en aplausos como si esa respuesta le diera más respeto de quien lo miraba.
Los aplausos estallaron como un trueno, algunos genuinos y otros por obligación, y algunos… como los de Víctor, llenos de otra cosa.
Los reporteros también hicieron preguntas a los demás políticos, y todo se volvió menos tenso, así que cuando se retiraron para disfrutar de la cena, Eduardo llamó la atención de Kereem hablando de algo y luego escuché:
—Realmente me alegra verte, te ves maravillosa —fue un susurro, pero escuché perfectamente la voz de Víctor que me hizo girar.
Estaba sentado a mi lado y sonreí.
—Gracias, también me alegra verte. ¿Cómo van las cosas?
—Normales… dejaste un hueco enorme.
Volví a sonreír.
—Bueno… yo… —Pero en el momento, Eduardo preguntó:
—¿Te veremos en Londres pronto? Víctor no hace, sino hablar de ti… ¿Te dejará Kereem visitar a tus amigos?
¿Estaba loco por hacer esa pregunta?
Miré a Víctor y luego a Kereem que me observó