CAPÍTULO 69 AMOR Y REDENCIÓN
Zahar…
El día transcurría tranquilo, al menos en apariencia. Estaba sentada en la mesa de reuniones, escuchando a los ministros, exponer los avances del programa de salud. Tomaba notas, hacía observaciones y sonreía cuando debía hacerlo, como siempre. Había aprendido a moverme en ese ambiente con serenidad, a respirar hondo y mantener la calma, incluso cuando las voces se elevaban o las cifras no cuadraban.
Kereem no estaba conmigo esa tarde. Había tenido reuniones desde temprano, y aunque sabía que siempre me rodeaban sus hombres de seguridad, su ausencia se sentía en el aire, como si algo dentro de mí no terminara de asentarse sin él cerca.
Tomé una carpeta que me pasó el secretario, y luego volví a acomodarme, ya estaba pisando la ultima semana de mi embarazo, pero hoy en exclusiva, me estaba sintiendo rara.
Sé que Kereem quería todo el tiempo que reposara. Pero era Zahar, maldita sea, no podía tejer o hacer cosas de señora, y todavía no me acostumbraba