Ambos nos desplazamos en los brazos del otro, el Boss llora para soltar todo el remordimiento que tiene por dentro, en tanto yo, me deploro por esta dependencia emocional que tengo hacia él. ¿De qué vale reclamarle, insultarlo y querer alejar de él cuando al final me vuelvo a quedar a su lado? ¿De qué sirve restregarle en la cara cada cosa que me ha hecho si con dos palabras bonitas caigo a sus pies? Lo amo tanto, que temo ser quebrada por él. Perdí mi amor propio solo para entregárselo a Kaem, mi amor hacia el Boss nació como una oruga, a medida que pasaba el tiempo se convirtió en una hermosa mariposa pero sus alas se fueron debilitando cada día más hasta que perdió la batalla de volar. Este amor es así, un amor insano que tarde o temprano terminará con uno de los dos... y esa seré yo.
No sé cuánto tiempo permanecemos así. Quizás segundos, minutos u horas pero los dos buscamos la forma de consolar al otro.
— Yo también me hice un tatuaje pensando en usted, Boss. — le susurré al oíd