Los rumores viajaban más rápido que las balas en una Rusia al borde del colapso. Susurros transformados en gritos en los mercados negros, en las tabernas clandestinas, en los canales encriptados de los krysha.
— La Koroleva ha regresado.
— Volkova está en las calles.
— No es la princesa del hielo, es una furia con cuchillo.
Las historias crecían con cada calle reconquistada, cada pandillero doblegado o reclutado bajo el grito de: ¡Por la sangre del Pakhan!
Se hablaba de la plaza donde había caído el "Tsar de los Barrios" y su leona, de cómo la hija de Viktor Volkov había cortado gargantas y reclamado lealtades con la misma ferocidad con la que una vez había ejecutado un triple axel.
Estos ecos, distorsionados pero potentes, llegaron hasta los oídos de los Vory v Zakone, los "hombres de honor" antiguos y temidos que mantenían el código de la Bratva desde las sombras. Llegaron a los krysha, los "techos" corruptos pero esenciales que habían estado a punto de colapsar bajo la presión de l