El aire en la sala de pantallas de la DIGE era denso, electrizado, cargado del silencio expectante que precede a la tormenta. Pantallas táctiles gigantes mostraban imágenes satelitales, planos arquitectónicos y fotografías de alta resolución. En el centro, Susana Corlys, con su uniforme impecable y mirada de halcón, irradiaba una energía letal.
— Semyon Volkov — anunció, su voz cortante proyectándose en el silencio. Una imagen del mafioso ruso, de rostro duro y ojos fríos, apareció ampliada. — tendrá una reunión esta noche, en pocas horas — enfatizó la palabra, cargándola de urgencia — con los representantes de la Triada Italiana. — Dos nuevas fotografías aparecieron junto a la de Semyon.
La primera mostraba a un hombre en sus cuarenta, vestido con traje de lana oscura que no lograba ocultar su complexión poderosa. Ojos grises como el acero nublado. Cabello negro peinado con precisión militar.
— Salvatore Lombardi. Representante de la Cosa Nostra — Susana señaló la imagen con un punt