Aitana colocaba meticulosamente los esmaltes en el estante nuevo del Spa Luna. Tenía la sensación de que, si los organizaba por tonalidad y subtono, quizás el caos de su interior también empezara a ordenarse. Pero no era más que una ilusión. Desde la pelea entre Claudia y Fiorella, sentía que todo a su alrededor se estaba desmoronando con una lentitud insoportable, como una uña rota que todavía cuelga de la piel, esperando arrancarse de una vez.
Ese día tenía una clienta nueva. Venía por recomendación de otra promotora, lo cual ya era una señal de alarma. Aitana temía que cualquier rostro nuevo escondiera un nuevo capítulo en la novela caótica que había resultado ser su relación secreta con Iker.-Hola, soy Zoe -dijo la joven, entrando con el paso confiado de una chica que sabe que su físico le abre puertas. Tenía el cabello cas