La sala de actos del colegio estaba decorada con cartulinas plateadas y dibujos de estrellas. Sobre el escenario, un cartel hecho a mano leía: "Mujeres que brillan". Era la exposición final del ciclo escolar. Los estudiantes de secundaria presentarían sus proyectos frente a padres, docentes y compañeros. Aitana llegó temprano, como siempre, con una sonrisa calmada y los ojos inquietos.
Había escuchado a Ámbar ensayar durante días, pero su hija no le había revelado del todo el contenido. Solo le había dicho que la sorprendería.
-No es una biografía aburrida -le advirtió-. Es algo... más mío.
Aitana se sentó en la tercera fila, como a ella le gustaba: lo suficientemente cerca para ver los gestos, lo suficientemente lejos para no robarle protagonismo a Ámbar. El corazón le latía como si fuera ella quien iba a hablar frente al público.
Cuando llamaron a Ámbar al escenario, un aplauso suave llenó el ambiente. La adolescente se acercó con seguridad, con sus trenzas bien hechas, una blusa bl