La tensión con Nick, la oferta de una libertad con su propio precio, dejó a Jade en un estado de nerviosismo constante. Cada día en la mansión era una actuación, una máscara de docilidad para Hywell, mientras su mente planeaba y susurraba en secreto con Nick a través del teléfono oculto. La dualidad de su existencia la estaba agotando. Hywell, sin embargo, parecía satisfecho con su aparente adaptación, y en un giro inesperado, decidió que era momento de presentarla en su mundo de negocios y placer.
Una noche, Hywell le informó que asistirían a una velada especial en uno de sus casinos más exclusivos. Jade lo escuchó con una mezcla de aprensión y una extraña curiosidad. El casino, un bastión de su poder, sería otro escenario donde su papel de esposa trofeo sería exhibido. En su interior, Jade se preguntó si alguna vez podría ser realmente libre, o si solo cambiaría de jaula. Una parte de ella anhelaba la verdadera autonomía, pero ¿cómo se conseguía eso cuando todos la veían como una po