Cinco años después
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Cinco años.
Cinco amaneceres y atardeceres.
Cinco ciclos de la vida. Los días se habían convertido en semanas, las semanas en meses, y los meses en años, tejiendo una nueva realidad alrededor de la herida abierta.
En los campos apartados de California, bajo un sol resplandeciente que teñía el cielo de un azul puro, Jade caminaba sobre las flores. El paisaje era un abrazo verde, un lienzo de vida silvestre. La hierba alta se mecía con una brisa suave, susurrando secretos antiguos. Flores silvestres, de pétalos vibrantes en tonos de amarillo, púrpura y rojo, salpicaban el verdor, un tapiz natural que se extendía hasta donde alcanzaba la vista.
De la mano de Jade, una niña saltaba con una ligereza etérea, sus risas claras como cascabeles. La pequeña era un reflejo de su madre, con los ojos verdes de Jade que brillaban con una curiosidad inocente, y un cabello liso, negro como el ébano, que danzaba alrededor de su rostro con cada brinco.
Recogía las flores silvestr