13. Redes familiares
Alessandro
El sendero de piedra crujía bajo mis zapatos mientras seguía a mi padre hacia el fondo del jardín. Su paso era firme y pausado, lo que contrastaba con la tensión que llevaba acumulada en los hombros desde que puse un pie en esta casa.
Me preparé para su ataque poniendo orden en mi mente, pero se detuvo junto a un grupo de hombres que reconocí como sus socios de toda la vida y me dedicó una sonrisa antes de palmear el brazo de uno de ellos, que volteó con el gesto.
Valerio estaba entre ellos, copa en mano, sonriendo con esa expresión satisfecha que adoptaba cuando cerraba un buen negocio.
—Aquí está —anunció Francesco, colocando una mano en mi hombro—. Ni un centavo mío y miren lo que logró.
Los hombres me observaron con el respeto y curiosidad que despertaba el éxito. Valerio levantó su copa en un brindis silencioso.
Me quedé inmóvil, sin saber cómo responder a este elogio inesperado.
—Señor Moretti —extendí la mano—. Un placer volver a verlo.
—El placer es nuestro —respond