12. Imposible
Alessandro
—¡Y ahora, señoras y señores, los bolsillos mágicos! —anunció el mago con voz teatral—. La bella dama deberá buscar en los bolsillos del caballero objetos que él mismo desconoce tener.
Los niños aplaudieron emocionados incluído mi sobrino, pero yo no podía dejar de mirar a Roxana Navarro.
—Adelante, señora —me dijo el mago—. Busque en el bolsillo derecho de su chaqueta.
Ella dudó un momento, parecía reacia a acercarse a mí y casí me reí por lo absurdo de la situación. Pero cuando su mano se deslizó dentro del bolsillo y sus dedos rozaron mi costado a través de la tela. Su perfume me envolvió.
El aroma floral y cálido despertó algo profundo en mi memoria, algo que había intentado olvidar durante años, y mi mandíbula se tensó involuntariamente. Porque era imposible. Qué tenía que ver mi cuñada con la mejor noche de mi vida.
—¿Qué es esto? —murmuró, sacando lo que parecía ser un pañuelo común, pero de un color amarillo neón.
El mago lo tomó con floritura y de alguna manera se