La llegada de las Garras fue una transfusión de sangre nueva para la aldea, pero Nayra sabía que catorce guerreros, por muy leales que fueran, no eran suficientes para ganar la guerra. El asedio continuaba, un lazo que se apretaba lentamente. La comida seguía disminuyendo. Necesitaba un martillo para romper el yunque del ejército de Ocotl.
Convocó una reunión en su choza. No era un consejo, era un estado mayor. Estaban Itzli, el corazón de los Yuu Nahual; Yax, su lugarteniente silencioso y letal; y Balam, el líder de las Garras, cuya conocimiento del mundo exterior era ahora el recurso más valioso de Nayra.
"El Pueblo de la Serpiente es una bestia con una sola cabeza", comenzó Nayra, dibujando en el suelo de tierra con la punta de su cuchillo. Dibujó su aldea, un pequeño círculo, y el campamento de Ocotl, un semicírculo amenazante a su alrededor. "Toda su atención está en nosotros. Son un depredador enfocado en su presa. Y un depredador enfocado es ciego a lo que sucede a sus espaldas