8. Un nuevo proyecto
-Me encanta tenerte a mi merced, Dean- susurró Jason
Dean sonrió como si le hubiesen dicho que era el único hombre en su vida. Y así el jovencito lo veía. Esas palabras tan sucias y tan placenteras eran como uno de los piropos más delicados y lindos del mundo. Él había aprendido que eso era lo más lindo y tierno que le podía decir Jason, su Jason....o bueno eso era lo que le gustaba pensar. Que Jason era suyo.
-Siempre tan apretadito, siempre tan rico- susurró mientras sus suspiros se perdían en el silencio del auto.
Jason había salido de casa con la excusa de que tenía una reunión con Bernard de emergencia. No pudo evitar que su prometida, Phelicity, le suplicara por ir pero no la dejaría. Él conocía las ganas que le tenía ella al jovencito cuya piel estaba forrada de lunares y pecas. Pero en ese momento él en realidad estaba a la orilla de un camino en plena oscuridad enterrándose una y otra vez en el interior del hijo de su vicepresidente y mejor amigo.
-L-Lo amo...- sus