Lucía Waldorf soñaba con ser esposa, madre y empresaria, todo el paquete en uno. Siendo hija de una de las familias más adineradas del país su destino estaba ligado a un hombre igual de poderoso que su familia, así que cuando le informaron de su matrimonio arreglado con Sebastián Carter lo acepto y se propuso ser la mejor esposa para él. Sin embargo luego de 4 años de un matrimonio tortuoso, terrible y sin sentimientos, el divorcio fue la solución al infierno que vivía junto a Sebastián. Y Lucía logró ser feliz al menos durante un año, fue feliz hasta que recibió aquella terrible noticia que la ataría para siempre a su ex esposo y que no la dejaría vivir el amor que al fin había encontrado junto a Daniel Rutherford, su mejor amigo de infancia y el hombre que se había robado su corazón, que le había demostrado que ella si podía tenerlo todo, que sí podía ser feliz. Entonces Sebastián apareció para arruinar la felicidad de Lucía y dejarle claro a ella y al mundo entero que ella era solo de suya.
Leer másLucía caminaba lentamente por el pasillo del hospital, en shock. Sus pasos resonaban en el frío suelo de mármol, cada uno más pesado que el anterior. La noticia que había recibido hacía apenas unos minutos seguía repitiéndose en su mente, como un eco interminable. Sentía un nudo en la garganta y sus manos temblaban ligeramente. Estaba asustada y poco convencida de lo que le acababan de decir, como si su mente se rehusara a aceptar la realidad que ahora enfrentaba. Miraba a su alrededor, buscando alguna señal que le indicara que todo era un mal sueño del que pronto despertaría, pero los rostros serios y las miradas preocupadas de los médicos y enfermeras sólo confirmaban lo inevitable.
— Está embarazada — fue lo que le dijo el doctor con una sonrisa en la cara que ella no supo interpretar.
— ¿Qué? —preguntó incrédula —. No, eso es imposible, yo no puedo estar... ¿embarazada?
El doctor asintió con firmeza, sin perder la sonrisa.
— Los análisis no mienten, Lucía. Todos los signos están ahí.
Lucía sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. ¿Cómo podría ser verdad? Había tantas cosas que no le cuadraban, tantas preguntas que necesitaban respuestas. Llevó una mano temblorosa a su vientre, como si necesitara confirmarlo por sí misma, y miró al doctor con ojos llenos de confusión y miedo.
— Pero... ¿cómo? — murmuró, más para sí misma que para el médico.
El doctor suspiró, comprendiendo su desconcierto.
— Sé que es un shock, Lucía, pero vamos a hacer todo lo posible para asegurarnos de que estés bien, tanto tú como el bebé.
Lucía se apoyó contra la pared del pasillo, tratando de controlar su respiración acelerada. Los recuerdos de su tiempo con Dan pasaban por su mente como una película: las risas, las conversaciones hasta la madrugada, los planes que habían hecho juntos. Él había sido su roca, su compañero, su amor. Pero este... Este era un giro que nunca había anticipado.
— Doctor, tiene que haber un error. Dan y yo... nosotros no... — Las palabras se ahogaban en su garganta.
El doctor la miró con compasión, entendiendo la complejidad de su situación.
— Lucía, entiendo que esto es difícil de asimilar, pero los análisis son concluyentes. Necesitamos enfocarnos en lo que viene ahora. Hable con Dan, cuéntele la verdad. Él merece saberlo, y usted necesita su apoyo.
Lucía asintió lentamente, aunque el miedo y la incertidumbre seguían pesando en su corazón.
Pero no era posible decirle nada a Dan hasta no tener la certeza de saber cómo diablos había quedado embarazada, si durante el último año no había sido tocada por nadie y ella no había tocado a nadie tampoco. La última vez que estuvo con un hombre fue casi un mes antes de... de liberarse, como ella lo llamaba.Aunque fue una noche que no podría olvidar, pues desconoció por completo a su acompañante, ella prefería creer que aquello nunca había pasado.— Doctor, necesito que me hagan más pruebas. Algo no está bien — Su voz temblaba, pero había una determinación en sus ojos que el doctor no pudo ignorar.
— Lo entiendo, Lucía. Vamos a hacer todo lo necesario para aclarar esto — El doctor asintió y tomó nota en su expediente.
Lucía sabía que necesitaba respuestas antes de enfrentar a Dan. No podía llevarle esta carga sin entenderla primero. Mientras caminaba de regreso a la sala de espera, sintió una oleada de confusión y desesperación. Cada paso la acercaba más a una verdad que necesitaba desentrañar, por más difícil y misteriosa que fuera.
Y cada paso la acercaba más y más a alguien que no esperaba ver allí.
Sentado en una de las lujosas sillas de paño, con la mirada fija en el frente, con esa actitud altiva y arrogante de siempre estaba Sebastián, el ex esposo de Lucia, como si él pudiera sentir su presencia giró sus ojos y los clavó en Lucía que se petrifico al verlo.
— Vaya, vaya, no creí que volver a verte me pondría tan feliz —se acercó a ella peligrosamente, haciendo que sus vellos se erizaran —, cariño — dijo con una risa atrevida y burlándose de Lucía.
— ¿Qué haces aquí? — dijo con fastidio.
— Es un centro médico, estoy enfermo — sonrió y se alejó de Lucía algunos pasos, se detuvo y se giró para enfrentarla —. Por cierto, felicitaciones — señaló el estómago de Lucí a—. Creo que será un bebé precioso.
MUCHOS AÑOS ATRÁS.— ¿Quieres? — preguntó Sebastián.— Sí, gracias — la rubia le dio un beso en la mejilla y tomó el helado entre sus manos.El día era soleado, estaban al borde del lago, solos, sentados y mirando el agua cristalina, pero sabían que estaba fría.— ¿Me quieres? — No — respondió el niño riendo.— Yo sé que me quieres.— ¿Cómo lo sabes? La niña levantó los hombros como si la respuesta no importará, pero es que la respuesta no importaba. Cerró los ojos y dejo que el sol la abrazara. — Tengo miedo — volvió a hablar.— ¿De qué?— De no verte nunca más, de olvidar tu rostro, de no recordarte.— Si eso pasa, es porque no me quieres tanto como dices que me quieres — Sebastián respondió con la lógica de un adulto, aunque no dejaba de ser un niño.— Te conozco hace dos veranos y durante el otoño, el invierno y la primavera obligo a mi cabeza a que te recuerde, pero cuando llega la hora de volver aquí, tu rostro es como una imagen bajo el agua, borrosa — era la primera vez que
POV. NARRADOR.Lucía miró su falda, sus piernas hormigueaban y dudó en dejar puesta esa pequeña prenda, pero luego una sonrisa atravesó su rostro.Definitivamente Sebastián se iba a enloquecer.— ¡¿Lista?! — Escucho la pregunta un poco exasperada de su esposo desde abajo. Lo había hecho esperar y apostaba a que valdría la pena.Era la noche de Halloween, al fin se estaban dando un descanso y viviendo como pareja, los niños acostados y Star en una pijamada con sus amigas de la escuela.Colocó sobre sus hombro el pesado abrigo de paño, ocultando el disfraz y sonrío, retocó sus labios rojos y tomó el bolso, bajo las escaleras con esos tacones que le alargaban las piernas mucho más, miró a su esposo desde la parte superior de las escaleras y le dio esa sonrisa dulce y tranquila que sabía que a él tanto le encantaba. — Te ves preciosa — dijo cuando le tomo la mano.— Aún no ves mi disfraz.— No necesito verlo, eres preciosa.Lucái sonrió y se mordió los labios. Parecía que estaba por ha
POV. NARRADOR.— ¿Listos? — preguntó Antonio cuando la cámara estuvo lista. — No — chillo Jesse que venía caminando con el bebé en sus manos.— Juro que si no toman esa foto ahora yo…— ¡Modales! — reprendió Loren a su hijo Tom y sus padres al mismo tiempo le dieron dos golpes en la cabeza.Todos rieron.Sí, todos al fin estaban riendo.No reían de un mal chiste o de una situación graciosa, tampoco estaban riendo como cuando algo es simplemente gracioso y por cortesía se ríe.No, ellos estaban riendo porque al fin tenían paz, todos y cada uno de los miembros que estaban perfectamente acomodados para la fotografía tenían paz.Desde el bebé más pequeño y recién llegado, hijo de Jesse y Theo, hasta el mayor de todos, Sebastián Carter.El hombre está algo exasperado, cansado también, pero sonríe. Sonríe honestamente y con una felicidad en medio de su pecho que no creyó posible nunca, lentamente recorrió con la mirada a cada uno de los que lo rodeaban.Felipe y Antonio tenían ese aire pr
POV. JESSE.— Hola — dije suavemente.Vi como su cabeza se movía de lado a lado y gimoteo cuando intento mover su mano, así que deslice mis dedos entre los suyos y me di cuenta de lo frío que estaba. — No te esfuerces, debes… Descansar — susurre. — Mmmm.Fue todo lo que dijo, antes de caer de nuevo en un sueño profundo, tampoco es como si fuera necesario que dijera algo más. Bueno en realidad si tenía que decir algo más, tenía que explicarme un millón de cosas, pero por el momento mientras estaba respirando todo estaba bien.Volví a mi lugar a su lado, una silla un poco dura y una almohada.¿Por qué? No conocía a nadie allí, no tenía idea de quienes eran, no tenía idea de sus nombres, ni de quienes eran, no sabía nada sobre nadie, solo que nos habían salvado y aunque estaba agradecida, también tenía miedo, así que cuando me iban a dar el alta, no lo pensé demasiado y las cosas se pusieron intensas.Cerré mis ojos apretando levemente la mano de Kevin mientras recordaba lo que había p
POV. DULCE.Algunos estaban molestos conmigo y podía entenderlos, no conocían toda la historia.Mi prima Bianca dejó de hablarme y mi hermano me reprendió durante unas dos horas, pero no me importó. Sabía que me veían como la paria, la mala, tal vez hasta me estaban comparando con mi padre biológico en sus cabezas.Pero no me importo, solo me preocupaba por Theo, porque sabía que le había causado daño, pero Leo no, Leo se merecía cada gota de dolor que le hubiese causado.Lo que me hizo no fue solo repugnante, fue miserable y cobarde.Me ilusiono, me regaló un millón de momentos en una tarde, me dijo cosas que se dicen cuando amas y luego simplemente me abandonó, se fue y apareció tiempo después como si nada, me ignoró y siguió de largo.Hizo su vida, mientras que yo me quedé varada en ese día, en esa noche, en todo lo que hicimos que parecieron años y fueron apenas horas. Me llevo del infierno al cielo, para luego hacerme caer más bajo.Durante meses me sentí insuficiente, poca cosa,
POV. LEO.— Mmmmm — gemí mientras sentía algo humedo.Sacudí mi cabeza y me removí.Sí, definitivamente había algo allí. Algo que subía y bajaba muy caliente, húmedo, suave, me sentí más duro que nunca.Parpadeó y abrí mis ojos lentamente para ver como la sabana subía y bajaba constantemente y mi mente conectó con la realidad.¡Carajo! Se sentía como el cielo.Levante la sabana y esos ojos pícaros, divertidos, traviesos, amables y soñadores me miraban, mientras me daban la mejor mamada de mi vida.Dulce estaba allí dándome los buenos días, como lo hacía desde hace 4 días.— Hola — susurro y su boca goteaba un poco.Era la mejor imagen que mis ojos habían visto jamás, sentí como la sangre recorría mis venas y como podía quedarme ciego en ese momento y no me importaría.— ¡Tú..Rio y volvió a abrir su boca metiéndose toda mi m¡embro a la boca.— Dulce — gemí mientras tomaba su pelo en mi mano y lo enredaba entre mis dedos para marcar el ritmo.Sus labios eran la gloria, ella era la glo
Último capítulo