Mientras salimos juntos, no puedo evitar pensar que, tal vez, ese lugar a donde vamos no solo me devuelva parte de lo que perdí.
—La veremos cuando vayamos a visitar a mis suegros. Bueno, y a conocer a mi suegra —digo mientras ella camina a mi lado, más tranquila después de nuestra conversación. Ríe divertida—. ¡Qué barbaridad, qué barbaridad! ¿Quién me iba a decir que yo sería el que uniera a nuestras familias? Los Lo Greco y los Garibaldi son una sola familia. ¡Qué barbaridad, qué barbaridad! —¿Te arrepientes? —pregunta Cristal muy seria. —¡Jamás! —aseguro de inmediato—. Si en verdad hice todas las locuras que me cuentan, fue por estar contigo. Te puedo asegurar que, aun ahora, sin acordarme de nuestro gran amor, las repetiría cada una de ellas otr