GERÓNIMO:
Las palabras de mi padre me sorprenden y confunden. ¿Mi verdadera madre? La miro con detenimiento, intentando conectar más allá del dolor físico que me consume. Su hermosa mirada está llena de lágrimas, ternura y sufrimiento.
—¿Qué dices, papá? —musito, tratando de apartar la neblina en mi cabeza—. ¿Cómo que mi verdadera madre? ¿Qué estás diciendo, papá? —Solo deja que te abrace, hijo —me ruega papá, y veo cómo ella lo detiene con una dulce voz que resuena en mi corazón. —No, Giovanni, si no quiere, no —le dice ella con tristeza—. Esperaré que me recuerde o que tú le cuentes todo de nuevo. Hay algo en ella que me dice que lo que papá habla es verdad. Veo a Guido que la abraza fuerte y me asiente. Confío ciegamente