564. RUMBO A ROMA
GERÓNIMO:
Vuelvo a apuntar con calma, y también pasa lo mismo. Sigo disparando, eliminando a todos los que puedo mientras el avión acelera en la pista.
—¡Chico! —me llama el señor y me señala una sombra delante—. Viene por nosotros.
Giro mi cabeza para ver a un helicóptero tratando de impedir que levantemos el vuelo. Quito a Estéfani del asiento del copiloto, saco la mitad de mi cuerpo por la ventanilla, indicándole al viejo que no se detenga. Miro al piloto del helicóptero, espero paciente; disparan contra nosotros, pero seguimos avanzando. Tomo aire y disparo, solo escucho la risa del señor.
—Nunca había visto a nadie que dispare como tú, chico —exclama, y Estéfani me traduce al ver cómo el helicóptero se estrella por haber matado al piloto.
—Chico, chico —me llama el señor y me pide que tome el mando porque está herido.
Muevo la cabeza rápidamente entre Estéfani, que me mira con el rostro cubierto de sangre y miedo, y el viejo, que está apoyado contra el asiento del pilot