Me quedo expectante, mirando a Eulalia mientras nos apunta, y me da gracia. Sí, a pesar de tener un arma en sus manos y de apuntarnos, no se ve nada amenazante. No obstante, Maxi me coloca detrás de su cuerpo y pretende razonar con ella. Puedo observar a mi hermano Kiro que se le acerca por detrás y le coloca un arma en la cabeza, al tiempo que le dice con esa voz tan fría y aterrorizante que tiene:
—Estás muerta y no lo sabes.—¡Me rindo, me rindo! —grita Eulalia, levantando los brazos. Kiro le quita el arma y la gira para mirarla.—La próxima vez que te atrevas a acercarte a mi hermana, no seré tan bueno, ¿me escuchas? —le dice, amenazante—. Yo disparo antes de hablar.—¡Pero, pero Maxi es mi prometido! —grita Eulalia, como una pequeña niña.—¿De veras? —pregunta mi hermano y se gira despacio para mirar a mi G