Cristal lo miró con los ojos brillando de emoción; una lágrima rebelde escapó, deslizándose por su mejilla, mientras le sonreía débilmente. No necesitaban muchas palabras, pero lo que él decía resonaba profundamente en su alma. Era la promesa silenciosa que compartían desde el primer momento en que este amor imposible entrelazó sus caminos.
—Te esperaré la vida entera si es necesario —contestó de inmediato ella, con emoción. No podía ocultar el brillo intenso que reflejaba su alma llena de esperanza y amor puro, que había surgido a pesar de todo.Gerónimo la miró en silencio, dejando que esas palabras se aferraran a su corazón. Cada confesión de Cristal era un bálsamo que sanaba viejas heridas, una confirmación de lo que siempre había soñado: que este amor era real y eterno.—Gracias,