En la clínica de la familia Garibaldi, Gerónimo y Cristal llegaron a la habitación de Maximiliano justo cuando el doctor Luigi lo estaba revisando. Ambos esperaron pacientemente a que terminara, cada segundo cargado de tensión y esperanza.
—Parece que lo va a lograr —dijo finalmente el doctor, con tono alentador—. Si no se presenta ninguna complicación, lo logrará.—¡Gracias a Dios, gracias a Dios! —exclamaron todos al unísono, aliviados, dejando que una chispa de esperanza iluminara sus rostros.El doctor Luigi continuó con su explicación, detallando cuidadosamente la evolución de Maximiliano:—Tiene todos sus signos vitales estables. No hay sangre acumulada en el tórax, sus pupilas reaccionan correctamente a la luz, y creo que puede que despierte hoy.Sus palabras fueron recibidas con un breve silencio que evidenciaba la mezcla de alivio y