335. VISITANDO A MAXIMILIANO

Cuando llegaron a la habitación, Maximiliano ya estaba allí, entubado y rodeado de máquinas que no dejaban de emitir sonidos rítmicos y monótonos. Junto a la cama, El Greco permanecía sentado con una expresión tan dura como desgarrada. No levantó la mirada hasta notar la presencia del grupo.  

 Al ver a Stavri entrar, el hombre se levantó con cierta pesadez y fue rápidamente hacia ella. Sus brazos, fuertes y protectores como siempre, rodearon a su esposa en un abrazo sólido y reconfortante. Después de Stavri, fue turno de Cristal, quien recibió el mismo gesto cálido y firme. Finalmente, El Greco inclinó la cabeza hacia su yerno en un gesto solemne, al que Gerónimo respondió de la misma manera, con respeto y seriedad.  

—¿Cómo está? —preguntó Gerónimo rompiendo el silencio que parecía habe
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