En el otro lado de la casa, en el laboratorio, Gerónimo entra decidido a resolver el serio problema que tiene y encuentra a su tío Rossi enfrascado en su trabajo.
—Tío Rossi, ¿puedo hablar con usted? —pregunta en cuanto llega. —¿Le pasa algo al bebé? —pregunta el doctor Rossi. —No, está durmiendo —aclara de inmediato Gerónimo—. Es de otra cosa. —Dime, hijo. Ven, siéntate aquí a mi lado —el doctor Rossi le dice mientras lo inspecciona y le pregunta—: Pero primero dime, ¿cómo te sientes? Gerónimo le explica que se siente mucho mejor, que ya puede mover el brazo y que apenas le duele, y que el doctor Luigi le acaba de decir que la herida va curando muy bien. El doctor Rossi se alegra y le dice que tuvo tremenda suerte de que la herida no hubiese sido más grave; que pronto