Todos se quedaron mirando fijamente a Cristal, quien se había interpuesto delante de Ellie, que la miraba con furia. Maximiliano era el más asombrado; su hermana, de naturaleza delicada y tímida, nunca se había enfrentado a nadie, y ahora la veía erguida, con una mirada fulminante sobre su rival. Ellie, buscando apoyo, miró a Rosa.
—¡Cristal, deja de hacer el ridículo y permite que pase la prometida de mi hijo! ¡No eres nadie para impedirlo! —le gritó Rosa, acudiendo en auxilio de Ellie, que sonrió burlonamente ante ella.—¡¿Quién te crees que eres?! —gritó Ellie, intentando colarse delante de Cristal, pero esta la detuvo nuevamente—. ¡Suéltame, desvergonzada! ¿No tienes a tus hombres y todavía quieres quitarme al mío?¡Plaf, plaf! Se escucharon dos fuertes bofetadas que hicieron que todos miraran h